El Juvenil A mallorquinista parece haber recuperado el ánimo competitivo este curso en División de Honor. El cambio de técnico y la firme apuesta por la cantera son las dos señas de identidad de un grupo que juega en equipo y suma tres victorias en cuatro jornadas. Un gran arranque sin duda.
Pocos se lo podían imaginar. Un técnico de la casa, que la pasada campaña llevaba al Juvenil A del San Francisco, se ha hecho cargo este curso del DH mallorquinista. A Carlos Muñoz se le ha encomendado la exigente tarea de mejorar el rendimiento de un grupo que parecía condenado a volver a pasar apuros para salvar la categoría.
Nada más lejos de la realidad, Muñoz ha sabido dar con la tecla y ha conformado un grupo unido y compenetrado, que ofrece posibilidades distintas sobre el tapete verde. Este Mallorca tiene recursos. Un simple ejemplo es la baja de larga duración del lateral derecho Dani García, quien ya fue el hombre titular en esa demarcación la pasada temporada, entonces a las órdenes del técnico Toni Álvarez. Muñoz ha optado en esa posición por Gabriel Ramis, quien actuaba de extremo en el Sanfran. Un invento que ha surtido efecto.
La experiencia en la categoría y la alta competencia son las notas dominantes de un equipo. con el grueso de su plantilla nacido entre 2003 y 2004, y que ha sabido dotarse de desparpajo en las posiciones más adelantadas del terreno de juego. La electricidad que aportan jugadores como Luis Montiel o Víctor Lázaro, el curso pasado en el Juvenil B mallorquinista en Liga Nacional, aportan un plus a un grupo que parece dispuesto a pelear por las primeras posiciones de la tabla.
Las tres victorias en cuatro jornadas de Liga en el Grupo III de División de Honor confirman la revalorización de un grupo con hambre, y que fue capaz de dejar la portería a cero en las dos primeras fechas del campeonato doméstico. El buen hacer del equipo de Carlos Muñoz y compañía contrasta con la mala fortuna del equipo la pasada campaña, que sufrió por mantenerse en la máxima competición juvenil a nivel nacional.