La lesión del ligamento cruzado vuelve a ser protagonista en este inicio de temporada. Carlos Ros, jugador del CF Torre Levante del grupo 7 de División de Honor, la sufrió el primer día de pretemporada, pero no ha sido hasta esta semana cuando ha visitado el quirófano.
Carlos Ros (2004) estaba llamado a ser uno de los jugadores importantes del Juvenil A del Torre Levante. Promocionaba desde el Juvenil B, donde había completado un año espectacular, tanto a nivel colectivo como individual. Pero todo se torció el pasado 19 de julio. “Me lesioné en el primer entreno de la temporada, en una tarea de doble área tenía yo el balón y un compañero me dio una patada por detrás, golpeándome en la rodilla izquierda, tirándola hacia dentro y posteriormente tirándome al suelo”.
Desde entonces pasaron varias semanas hasta que se confirmó la rotura. “Al principio no era nada. Estuve varios días haciendo ejercicio de los músculos colindantes de la rodilla. Pero un día llegué a casa con la articulación muy hinchada y mi madre, que es fisioterapeuta, apuntó que podría tener el menisco afectado”.
La resonancia confirmó los peores presagios, aunque para ello tuvo que pedir varias opiniones. “El primer traumatólogo al que visité con la resonancia en mano me dijo que no tenía nada más allá que un esguince. Después busqué una segunda opinión y este me dijo que tenía el cruzado roto y para confirmarlo acudí a un tercero que afirmara la segunda opinión”.
Carlos, que llegó al Torre Levante la temporada pasada tras 4 años en el Levante, ha superado ya los primeros días tras la intervención y ahora afronta con su mejor sonrisa, porque ni la rotura del LCA es capaz de borrársela, el golpe más duro que ha recibido en el fútbol. “Como mucho he tenido en mi vida lesiones musculares de apenas un mes, sin duda esta es la peor”.